Blog

Etiquetas: ,

El parking del Hospital Provincial es un multiuso que tiene plazas en propiedad, plazas de alquiler y plazas públicas. La primera planta se dedica a público en general y a los que están alquilados. Nosotros somos de este último género y aparcamos donde nos da la gana. Vamos, allí dónde puedas y te quepa. Por la mañana dada la gran afluencia de enfermos y sus acompañantes resulta difícil encontrar un buen sitio. Pero a partir de las dos de la tarde, la planta queda casi vacía, y el elegir un sitio grande, al lado del pasillo de peatones, y de forma que evites el riesgo de “rascazo”, es tarea fácil.

He aparcado en una de estas plazas y al bajar del coche oigo detrás de mí un vehículo que abre la puerta del conductor. Es un Ford Fiesta que a través de su para brisas llego a ver una señora joven rebuscando en el bolso algún objeto perdido y que no localiza. Me giro y cerrando con el mando a distancia, recorro los escasos 10 metros que llevan al ascensor que te eleva al exterior. Cuando ya estoy a la espera de que se abran las puertas corredizas, oigo a mis espaldas cerrar la puerta del Fiesta y un taconeo rápido me da a entender que la señora quiere llegar a compartir mi viaje que va a situarme al nivel 0.

Un ligero presentimiento de que iba a suceder algo, empieza a girar en torno a mi mente y cuando llega sé que va a pasar una vez más. Se abren las puertas del ascensor y como caballero de antigua usanza le cedo el paso con un ligero ademán de mano.  Quiero tranquilizarme, pero solo intentarlo me pone más en situación de alerta. Ella entra, y mi mente está ya en la situación off.
Quiero entrar, pero no consigo moverme. No puedo mover mis piernas ni un centímetro, y mi adquirida pose parkinsoniana, con el cuerpo hacia delante, hace el resto. Empiezo a inclinarme y a punto de caer, consigo apoyarme en las puertas corredizas que no han abierto del todo, pero el golpe de mis manos es tremendo y el estruendo hace eco por todo el garaje. Sigo intentando mover las piernas, pero están ancladas al suelo. En esta postura, y aguantándome en pie a duras penas, por el rabillo del ojo veo a la mujer en un rincón y con el bolso delante de ella a modo de protección. Cree que la voy a atacar. Yo sigo peleándome con los pies, con los tobillos, con los gemelos y las rodillas, con los muslos y todo mi cuerpo para que responda a mis órdenes. El tiempo pasa en esta situación y la señora se da cuenta que no quiero atacarla, que mi intención es simplemente acompañarla en el viaje a nivel 0. Ya no hay temor y su mano se eleva hacía mi en signo de ayuda.

Y reacciono. La neurona conecta y doy un paso y después otro, y me equilibro, y doy otro paso, y ya estoy dentro del ascensor. Ella me pregunta «¿ya?» y yo contesto un «lo siento» y continúo con «es lo que tiene el párkinson, que te quedas bloqueado». Llegamos arriba y me sitúo en la posición de salida que he aprendido para los ascensores. Pierna izquierda delante y derecha detrás y un instante de concentración hace que salga a la calle sin que el resto del mundo sepa que tengo párkinson. Tan solo una señora que rebuscaba en su bolso dentro de un Ford Fiesta sabe que tengo una enfermedad neurodegenerativa.

Bueno, es posible que mi espectáculo en la Nit del Art en la Calle Caballeros delante de un montón de gente haya hecho pensar a alguna mente sana, «¿qué le pasa a ese?» porque allí quise dar un paso y después otro, para seguir con otro y otro más. Y mi mente estaba en off.

3 Comments

pilar

Menos mal que por fin conozco alguien que piensa como yo, esta claro que sin parkinson estariamos mejor pero puesto que eso es imposible, pensemos en lo bueno y malo que ha aportado a nuestras vidas, a mi me ha hecho ser mejor, mas paciente, mas comprensiva, me ha hecho conocer a personas maravillosas que han sido todo un ejemplo en mi lucha, personas que ahora son mis amigos y eso es el mejor regalo, a mi tambien me mostro mi vena artistica ,dibujo y pinto, escribo, canto, en fin, estoy segura que nunca habria conocido esa faceta artista si no entra el parkinson en mi vida, aunque entrara demasiado pronto, yo tenia 15 años cuando senti el primer sintoma, pero eso me hizo fuerte , la vida no me iba a ser facil y debia prepararme mentalmente, cada dia aprendo algo nuevo , bueno o menos bueno pero se que todo aprendizaje es bueno para cualquiera. Gracias por ser como sois

Santiago Ochando

Claro que si Beatriz. El Parkinson no tiene nada de positivo. ¿No? Me ha dado el tiempo para conocer a mi familia y mis amigos y disfrutar de ellos. Me ha despertado la parte creativa que tenía escondida y adormecida. Hace que me pare y mire a la gente, muchos desvían la mirada, pero siempre hay alguien que te tiende la mano, que te dibuja una sonrisa en su rostro, que te ofrece ayudarte. Un día, alguien me dijo que me aprovechaba de la enfermedad para trabajar menos. Hoy le digo, que si, que me aprovecho del Parkinson, pero para vivir más.

Beatriz

A todos nos puede llegar ese diadnóstico de Parkinson en nuestras vidas y es maravilloso Santiago, que hayas dicho con tono entre trágico y humorístico tu experiencia. Conocer cosas así a la población sin conocimiento completo de la enfermedad, nos ayuda a comportarnos con mas naturalidad ante esta enfermedad y hasta donde comprendo, a los EP tambien os facilita el desbloqueo o incluso ese estado de OFF, podría acortarse. gracias de nuevo.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.